Desde los altos de Chiapas, un joven maestro tzotzil está rompiendo fronteras entre la tradición y la tecnología. Andrés ta Chikinib, comunicólogo, poeta y educador bilingüe, logró introducir el tzotzil en la plataforma de inteligencia artificial ChatGPT, convirtiendo a la máquina en un “alumno” curioso y persistente.
“La IA se volvió un alumno más, preguntón e insistente, que exige claridad y coherencia”, relata Andrés con admiración. Su proyecto surgió de una necesidad profesional: como profesor de tzotzil, no encontraba materiales educativos para enseñar la lengua y decidió crearlos él mismo.
Durante casi una década, Andrés ha impulsado la alfabetización en tzotzil en su comunidad. Aunque él mismo aprendió a leer y escribir en su lengua hasta los 19 años, ha dedicado su trayectoria a fomentar la lectoescritura entre hablantes y no hablantes, combinando saberes lingüísticos, pedagógicos y culturales.
El experimento comenzó como un proyecto personal y creció rápidamente. Andrés alimentó a la IA con vocabulario, estructuras y reglas gramaticales de su variante del tzotzil. La máquina no solo aprendió frases, sino que también reconoció patrones y raíces lingüísticas, demostrando que puede interactuar con idiomas originarios más allá de su programación inicial.
El objetivo no es traducir al español, sino preservar y enseñar la lengua desde su lógica interna. “Le pedí que olvidara otras lenguas y aplicara lo que sabe sobre cómo funciona cada idioma”, explica el maestro.
El proyecto ha generado un debate sobre la colonialidad lingüística en tecnología. Para José Daniel Ochoa Nájera, lingüista del Centro Estatal de Lenguas Arte y Literatura Indígena, la concentración tecnológica en unas pocas lenguas globales marginaliza a las originarias. “La IA puede contar nuestras historias, sí. Pero, ¿quién decide qué historias y cómo se cuentan?”, advierte.
Andrés reconoce los cuestionamientos de su comunidad sobre la salida del idioma a plataformas digitales, pero mantiene firme su postura: “Si no compartimos, ¿cómo exigimos respeto institucional o visibilidad?”. Su meta es sistematizar el aprendizaje del tzotzil y expandirlo a más espacios digitales.
Actualmente, ChatGPT reconoce que puede comunicarse en cientos de idiomas, aunque su desempeño en lenguas indígenas depende de los materiales disponibles. México cuenta con 68 lenguas originarias y casi 7 millones de hablantes, posicionándose entre los países con mayor diversidad lingüística en el mundo.
El proyecto de Andrés ta Chikinib no solo busca enseñar tzotzil a una IA, sino asegurar que la lengua sobreviva y tenga presencia en la era digital, demostrando que incluso las lenguas más resistentes al olvido pueden encontrar un espacio en la tecnología.