Un nuevo récord científico y emocional se ha alcanzado con el nacimiento de Thaddeus Daniel Pierce, un bebé que llegó al mundo el pasado 26 de julio tras haber sido concebido a partir de un embrión congelado durante 30 años y medio, convirtiéndose en el “bebé más viejo del mundo” en términos de tiempo de congelación.
El embrión, creado en 1994 mediante fertilización in vitro (FIV) por Linda Archerd, fue almacenado usando la tecnología de “congelación lenta”, una técnica hoy en desuso por su riesgo de formación de cristales de hielo que pueden dañar el material biológico. La mayoría de las clínicas actuales prefieren la vitrificación, que congela instantáneamente el embrión sin formar cristales. A pesar de ello, este embrión resistió tres décadas, un récord que supera el anterior de 30 años exactos.
Los padres adoptivos de Thaddeus, Lindsey y Tim Pierce, eran apenas niños cuando fue creado el embrión, y ahora celebran el milagro de su nacimiento, que ha sorprendido a la comunidad médica y científica. La donante original expresó su emoción al ver las fotos del bebé, resaltando el parecido con su hija mayor, de 30 años, que nació del mismo proceso tres décadas atrás. “No hay duda de que son hermanos”, comentó.
En Estados Unidos existen aproximadamente 1.5 millones de embriones congelados en espera de un futuro incierto, lo que abre debates éticos, legales y científicos sobre la duración máxima en que pueden preservarse y los derechos de estos futuros niños.
El caso de Thaddeus no solo desafía los límites tecnológicos, sino que invita a reflexionar sobre las fronteras de la vida y la ciencia en pleno siglo XXI, marcando un antes y un después en la reproducción asistida.