Un avión con cerca de 50 personas a bordo se estrelló ayer jueves en la remota región de Amur, en el Extremo Oriente de Rusia, dejando un saldo fatal de al menos 48 víctimas m0rt4l3s y sin ningún sobreviviente, informaron autoridades locales.
La aeronave, un Antonov An-24 de la aerolínea Angara Airlines, cubría la ruta entre Blagoveshchensk y Tinda cuando desapareció del radar. Según el Ministerio de Situaciones de Emergencia, el aparato se encontraba realizando un segundo intento de aterrizaje en el aeropuerto de Tinda cuando se perdió contacto con la tripulación alrededor de las 13:00 horas locales (04:00 GMT).
El fuselaje en llamas fue localizado por socorristas a 16 kilómetros de la localidad de Tinda, en una zona boscosa de difícil acceso. En el operativo participan más de 150 rescatistas y una veintena de equipos especializados, quienes confirmaron que no hubo supervivientes.
El Comité de Investigación de Rusia abrió una indagatoria por presunto incumplimiento de normas de seguridad aérea, mientras que la portavoz Svetlana Petrenko confirmó que todas las personas a bordo mu%ri3r0n en el impacto. Entre los pasajeros había al menos dos menores de edad, seis tripulantes, cinco empleados de los ferrocarriles rusos y un ciudadano chino.
El presidente de China, Xi Jinping, expresó sus condolencias a su homólogo ruso, Vladimir Putin, tras confirmarse la mu3%rt3 de su connacional.
La aeronave, fabricada en 1976, contaba con un certificado de navegabilidad extendido en 2021 hasta el año 2036. Sin embargo, el siniestro revive preocupaciones sobre la seguridad de las aeronaves en regiones remotas del país, donde los accidentes aéreos son frecuentes debido a las vastas distancias y difíciles condiciones geográficas.
En agosto de 2024, un accidente similar en la península de Kamchatka cobró la vida de 22 personas tras la caída de un helicóptero Mi-8. La tragedia de hoy vuelve a poner en evidencia las carencias en infraestructura y seguridad del transporte aéreo en el Extremo Oriente ruso.