Lejos del ruido, del tráfico, de los colegios de élite y de las escuelas con aire acondicionado, 211 niñas y niños de las comunidades más alejadas de la zona maya lograron concluir su educación básica en el ciclo escolar 2024-2025.
Pensé a las condiciones sociales y alejadas de las grandes ciudades, estos pequeños héroes de la educación estudiaron en contextos donde el acceso a internet es casi inexistente, donde los ventiladores apenas alivian el calor extremo, y donde llegar a la escuela puede implicar recorrer caminos largos.
Bajo el modelo educativo del CONAFE, estos estudiantes; 119 de preescolar, 35 de primaria y 57 de secundaria, alcanzaron un logro que en otras partes del país se da por sentado. Pero aquí, en el corazón de Quintana Roo, cada certificado representa una lucha diaria contra el rezago, la distancia y la desigualdad.
Orlado Balam jefe del sector en el centro del Estado, expuso que gracias al programa federal La Escuela es Nuestra, estas comunidades ya cuentan con aulas de block, baños dignos y paneles solares que ayudan a suplir la falta de electricidad en algunas zonas. Sin embargo, el internet en varias localidades, el servicio de la CFE está suspendido.
Las clausuras se celebraron con orgullo y sencillez. Donde hay luz eléctrica, se organizaron en las tardes; donde no, en las mañanas, aprovechando el sol. No hubo escenarios lujosos, pero sí discursos que nacieron del alma y aplausos que retumbaron como tambores de esperanza.
Detrás de estos logros está el esfuerzo silencioso de los Educadores Comunitarios, jóvenes que dejan sus hogares para llevar la educación a los rincones olvidados. Ellos también enfrentan carencias, pero no bajan la guardia. Con la metodología de relación tutora, cada niño recibe atención personalizada, asegurando aprendizajes reales.
“No todos estudian en grandes escuelas, pero todos tienen derecho a soñar. Y estos niños nos enseñan que sí se puede, incluso desde el rincón más alejado de México”, declaró Orlando Balam, jefe del sector CONAF.
Hoy, desde la selva y el monte, estos 211 niños lanzan un mensaje poderoso:la educación no se mide por el nombre de una escuela, sino por el tamaño del esfuerzo y el valor de nunca rendirse.