“Solo fui a trabajar para que no nos faltara el pan… y volví para encontrarla muerta”.

Cancún, Quintana Roo – 16 de julio de 2025.– El grito de una madre rompió el silencio de la Región 93. No fue por hambre, ni por miedo… fue de dolor puro, de esos que desgarran desde el alma. Su hija de tan solo 10 años yacía sin v1d4, tendida en el suelo. A su lado, dormido como si nada hubiera pasado, el padrastro de la menor: el hombre que le qu1tó la vid4.

La madre había salido a trabajar. No por gusto, no por evasión… sino porque, como muchas mujeres en este país, no le alcanzaba la vida para ser madre, protectora y sostén al mismo tiempo. Lo hizo por necesidad. Por comida. Por renta. Por sobrevivir. Pero ahora se culpa, aunque en el fondo sabe que su única falta fue ser pobre en un país que castiga la pobreza y normaliza la violencia.

“Si tan solo hubiera tenido un trabajo que me permitiera estar más con ella…”, sollozaba mientras el cuerpo de su niña era retirado por peritos de la Fiscalía. Pero la realidad es más cruel que cualquier pensamiento: no hubo red de apoyo, ni programas eficaces, ni una sociedad que alzara la voz antes de la tr4g3dia.

La niñ4 mvrió en su propia casa, cerca del hospital del ISSSTE, en una zona donde los ruidos ya no alarman, porque lo anormal se ha vuelto costumbre. Testigos afirman que escucharon g0lp3s y grit0s, pero no actuaron… porque ya no saben cuándo algo es gr4ve, o si la intervención valdrá la pena.

El f3m1nicidi0 inf4ntil fue confirmado por la Fiscalía General del Estado, que informó la detención del padrastro, presunto responsable del crim3n. Se encontraba, según informes preliminares, bajo los efectos de drogas. Fue hallado dormido junto al cu3rpo de la niñ4, mientras la vida de una familia se quebraba en mil pedazos.

La menor tenía sueños. Tal vez quería ser bailarina, doctora o simplemente crecer. Pero la vi0l3ncia machista, la negligencia institucional y la desigualdad económica le arrebataron la oportunidad.

Esta no es solo una tragedia familiar. Es una acusación directa a un sistema que obliga a las madres a dejar a sus hijos con quienes no deben, porque no hay otra opción. No hay estancias infantiles suficientes, no hay redes de cuidado, no hay políticas públicas con perspectiva de pobreza. Pero sí hay mucho juicio y muy poca ayuda real.Hoy la madre no solo perdió a su hija: también perdió la paz, la fe y la fuerza. Y mientras el país se conmociona unos días, ella se quedará con el eco eterno de una pregunta que no tiene respuesta:

“¿Y si ese día no hubiera salido a trabajar?”

Que la mu3rt3 de esta niña no quede como una cifra más. Que esta rabia no se enfríe. Que esta historia nos sacuda. Porque la vi0l3ncia no empieza el día del crimen… empieza cuando dejamos solas a las madres y desprotegidas a las niñas.

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Acerca dE LOS AUTORES

Foto: Los Hermanos Caamal de la Última Nota.

Los Hermanos Caamal

Jesús y Carlos Caamal, originarios de Felipe Carrillo Puerto, capital de la Zona Maya, son hablantes nativos de maya. Carlos es licenciado en Derecho y Jesús en Ciencias de la Comunicación. Juntos, iniciaron el proyecto La Última Nota en 2016, que hoy se ha consolidado como un medio de comunicación ubicado en la ciudad que los vio nacer y desarrollarse como profesionistas.

En sus inicios, sus coberturas se limitaban a transmisiones en Facebook de noticias locales, como accidentes de tránsito y eventos policiales. La aceptación del público fue tan grande que actualmente cuentan con casi 330 mil seguidores, abarcando prácticamente todo el estado de Quintana Roo, especialmente la Zona Centro.

Los hermanos Caamal se han destacado en la comunidad de Felipe Carrillo Puerto por sus labores altruistas y sociales, promoviendo la cultura maya y fomentando el desarrollo social de la comunidad. Organizan los famosos Tianguis Nocturnos, que se llevan a cabo en diversas colonias populares de la ciudad.

Una de sus actividades más loables es “Regala una sonrisa”, una iniciativa que consiste en recaudar donativos de juguetes para Navidad, destinados a niños de zonas de alta marginación. Esta actividad, que comenzó en 2018, ha crecido año tras año, llegando a más niños cada vez.