La tranquilidad y riqueza natural del cenote comunitario de Chemuyil están en riesgo. Habitantes y guardianes del sitio expresaron su preocupación ante la construcción de un fraccionamiento de 300 casas, proyectado justo al costado de este cuerpo de agua que ha sido protegido por años bajo un modelo de turismo sostenible y comunitario.
Durante una visita al sitio, miembros del grupo de cuidadores explicaron que la llegada de maquinaria pesada y el cambio abrupto en el paisaje ya han comenzado a afectar la experiencia para los visitantes.
“Lo que le daba emoción al lugar era ver la fauna, el pedacito de monte. Ahora, al ver todo esto tan feo, sentimos que la gente ya no va a querer venir”, comentó uno de los guardianes.
Pese a ser temporada vacacional, el flujo de turistas ha caído notablemente. Mientras otros cenotes de la zona aún reciben grupos, en el comunitario apenas logran entre 2 y 10 personas por día. “Antes atendíamos varios grupos diarios. Ahora, a veces sólo llega uno, y con dos o tres personas”, relataron.
El cenote comunitario es uno de siete cuerpos de agua que se encuentran en Chemuyil. Sin embargo, es el único operado de manera colectiva, sin fines de lucro y con enfoque ambiental, promoviendo la participación de las familias locales.
El proyecto habitacional del que aún no se conocen los detalles ni el estudio de impacto ambiental podría alterar drásticamente el ecosistema y la experiencia del visitante.
“Tener casas enfrente del cenote arruina el paisaje, y con eso, la experiencia que ofrecemos. Sí va a cambiar todo”, advirtieron.
Los cuidadores temen que con la pérdida de vegetación, la fauna se aleje y el atractivo principal desaparezca, lo que pondría en riesgo el sustento de varias familias que dependen de esta forma de turismo responsable.
Ante ello, hacen un llamado urgente a las autoridades municipales y ambientales para que revisen a fondo el proyecto y detengan cualquier avance hasta que se escuche a la comunidad y se evalúe el daño ambiental.
“Nosotros cuidamos esto desde hace mucho tiempo, no es justo que lo destruyan sin siquiera consultarnos”, concluyeron con indignación.
La situación en Chemuyil refleja un conflicto cada vez más común en la Riviera Maya: el choque entre desarrollos inmobiliarios y la defensa del patrimonio natural y comunitario.