El presidente Nicolás Maduro anunció que las festividades navideñas en Venezuela comenzarán este año el 1 de octubre, casi tres meses antes de la fecha tradicional. El mandatario justificó la medida como un gesto de “agradecimiento” al “pueblo combativo” y aseguró que busca generar “paz, felicidad y seguridad” en el país.
El anuncio se realizó durante un programa televisivo oficial, en un contexto marcado por tensiones políticas y críticas internacionales sobre la transparencia del proceso electoral, así como una orden de arresto contra el opositor Edmundo González Urrutia.
La Iglesia Católica, a través de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), expresó su preocupación, recordando que la Navidad tiene un carácter espiritual y litúrgico que no debería ser manipulado con fines propagandísticos.
En la práctica, el adelanto se limita principalmente a la instalación de decoraciones navideñas en espacios públicos desde octubre, sin cambios legales ni modificaciones en el calendario litúrgico o administrativo.
La medida generó reacciones mixtas entre la población: algunos la consideran una distracción política ante la crisis económica y social, mientras que otros la interpretan como un intento del gobierno de levantar el ánimo popular y fomentar la unidad nacional.
En resumen, el inicio anticipado de la Navidad en Venezuela es más un símbolo político que una modificación estructural, orientado a desviar la atención de los conflictos internos del país y reforzar la imagen del gobierno.