El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, causó revuelo al declarar desde la Casa Blanca que “México hace lo que nosotros le decimos que haga, y Canadá hace lo que le decimos que haga”, en el marco de una conferencia con medios en la Oficina Oval.
Trump atribuyó a su política fronteriza una reducción “histórica” en los cruces irregulares, asegurando que “ahora todo el mundo respeta a este país de nuevo” y comparando su gestión con la de su predecesor, Joe Biden, quien “siempre solicitaba una legislación” mientras él afirma no necesitarla. Según el mandatario, en los últimos tres meses no se registraron detenciones, frente a “millones” de cruces un año atrás, incluyendo “11 888 4s3s1n0s”.
Estas declaraciones se producen en un contexto de tensas relaciones México-Estados Unidos. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, ha adoptado tradicionalmente una estrategia de “cabeza fría”, buscando cooperación en temas como extradición y seguridad, sin ceder en soberanía ni aceptar injerencias directas en la política nacional.
Expertos destacan que la frase de Trump refleja una relación asimétrica: mientras busca proyectar eficacia y control, también cuestiona la capacidad de decisión soberana de México. Al mismo tiempo, ambos países han demostrado habilidad para manejar presiones diplomáticas y arancelarias, buscando proteger sus intereses nacionales pese a la coerción de Washington.
La declaración del mandatario estadounidense simboliza la tensión histórica entre la soberanía mexicana y la influencia estadounidense, marcando un desafío que continuará definiendo la política fronteriza y la relación bilateral en los próximos meses.