Hoy se celebra el Día Mundial del Bordado, una fecha dedicada a honrar una de las expresiones más antiguas, coloridas y significativas del arte textil: el bordado, que ha perdurado por milenios como símbolo de identidad, tradición y creatividad.
Desde tumbas egipcias de más de 3,000 años, hasta los trajes tradicionales de comunidades indígenas en México y otros países, el bordado ha sido una forma de comunicación visual y un legado cultural que trasciende generaciones y fronteras. Culturas como la china, la india, la persa y las civilizaciones del Mediterráneo también han contribuido a su evolución y riqueza simbólica.
Más que adorno, una herencia viva
El bordado no solo embellece prendas, tapices y textiles, sino que también narra historias, refleja cosmovisiones y guarda secretos del alma colectiva de los pueblos. En regiones como América Latina, las mujeres (y cada vez más hombres) continúan transmitiendo este conocimiento con orgullo, convirtiendo cada puntada en un acto de memoria, resistencia y arte.
En México, por ejemplo, el bordado maya, otomí o tenango ha sido reconocido a nivel internacional por su colorido, precisión y carga cultural. Cada diseño lleva consigo siglos de historia y sabiduría, plasmados con paciencia en telas que pueden tardar semanas o incluso meses en completarse.
Un arte que sigue floreciendo
En el Día Mundial del Bordado, se invita a valorar y apoyar a los artesanos y artesanas que dedican su vida a preservar esta práctica ancestral. Su labor no solo embellece el mundo, sino que mantiene vivas las identidades culturales en un contexto global cada vez más homogéneo.
Ya sea como expresión artística, medio de subsistencia o símbolo de pertenencia, el bordado sigue siendo un arte vibrante, resiliente y profundamente humano.
Hoy, más que nunca, celebremos a quienes bordan la historia con hilo y corazón.