La Clave Única de Registro de Población (CURP) ya no será solo una serie de letras y números que guardas para trámites burocráticos. A partir de este año, el Gobierno Federal implementará la CURP biométrica como el nuevo documento nacional de identificación, lo que la convertirá en la fuente única y oficial de identidad de las personas en México.
Pero este cambio, que a simple vista parece un avance administrativo, ha despertado preocupación entre especialistas en derechos humanos, ciberseguridad y privacidad, quienes advierten que el país podría estar dando un paso hacia un modelo de vigilancia masiva sin suficientes contrapesos democráticos.
¿Qué contendrá la nueva CURP?
La CURP biométrica incluirá:
Fotografía actualizada del rostro
Huellas dactilares digitales
Información demográfica
Datos personales ya integrados en el RENAPO (Registro Nacional de Población)
Esto la convierte, de facto, en una cédula de identidad nacional, algo que México no tenía desde la extinta Cédula de Identidad Personal impulsada sin éxito en 2011.
El argumento oficial: seguridad y simplificación
El gobierno asegura que la nueva CURP permitirá:
Evitar fraudes de identidad
Facilitar trámites digitales
Mejorar el control de programas sociales
Integrar en un solo documento todos los datos esenciales del ciudadano
El lado oscuro: control, exclusión y riesgos digitales
Sin embargo, organizaciones como Artículo 19, R3D y el INAI han expresado fuertes críticas. La principal preocupación: que se centralicen datos biométricos sin un marco jurídico robusto, transparente y auditado por instancias independientes.
“Concentrar toda la identidad ciudadana en un solo documento, con datos biométricos, sin garantías reales de protección, puede abrir la puerta al control estatal, discriminación y vigilancia sin orden judicial”.
Además, no queda claro qué institución custodia los datos, cómo se protegen frente a hackeos o si el ciudadano podrá tener control sobre su propia información.
¿Y si no la aceptas?
Otro punto que genera debate: ¿Será obligatoria? Aunque aún no hay una ley que lo determine como requisito, varias dependencias ya han empezado a exigirla para trámites como becas, apoyos sociales, afiliación al IMSS o el nuevo sistema de justicia digital.
Esto podría significar que, en la práctica, quienes no actualicen su CURP a la versión biométrica quedarían fuera del sistema, generando una nueva forma de exclusión, sobre todo en comunidades rurales o con escasa conectividad.
Conclusión
La CURP biométrica es presentada como un avance tecnológico, pero también abre una discusión seria sobre hasta dónde llega el derecho del Estado a conocerte, y qué límites debe haber para proteger tu privacidad.
¿Es este el inicio de una sociedad más ordenada y digitalizada o un paso silencioso hacia el control de la población?