Por redacción / Jesús Caamal
A sus 65 años, Fortunata Tun Tun, mejor conocida como Doña Naty, representa el espíritu incansable de muchas mujeres mayas que, con manos humildes y corazón fuerte, han construido familia, comunidad y legado.
Nacida en Tixcacal Cupul, Yucatán, y criada entre los campos de Dzoyola, Quintana Roo, su niñez transcurrió entre el cultivo de maíz, frijol y calabaza, de la mano de su padre, don José Domingo Tun Hoil, quien le enseñó desde pequeña el valor de la tierra y del trabajo honesto.
Sin estudios, pero con el conocimiento milenario del campo y los oficios domésticos, Doña Naty llegó hace 43 años a Felipe Carrillo Puerto, junto a su esposo, don Juan Caamal, en busca de una vida más estable para su familia.
Aquí, en esta ciudad rodeada de cultura viva, crió a sus siete hijos, mientras trabajaba limpiando casas particulares. Su esposo se dedicaba a la jardinería y a la mano de obra general. Juntos, con esfuerzo y sin lujos, lograron sacar adelante a toda la familia.
Pero la historia de Doña Naty no se detiene ahí. Con el paso del tiempo, y animada por quienes habían probado sus platillos caseros, decidió emprender con algo muy suyo: la cocina tradicional maya. Así nació #CocinaNaty, un proyecto que, sin tener aún un local físico, ha conquistado los paladares del municipio.
Su escabeche, su relleno negro, sus tamales colados y sus empanadas con masa de maíz recién molido, no solo alimentan el cuerpo, sino que traen a la mesa los sabores de una cultura ancestral y el amor de una madre que lo dio todo.
Hoy, #CocinaNaty es más que un emprendimiento: es símbolo de esfuerzo, identidad y cariño. Es el legado de una mujer que, sin títulos ni diplomas, supo darle sazón a la vida.
Posdata: ella es mi madre. Y todo lo que soy, se lo debo a su ejemplo.