Chacsinkin, Yucatán, 20 de mayo de 2025 — En el marco del Día Mundial de las Abejas, comunidades mayas, apicultores, guardianes del territorio e investigadores se reunieron en la comunidad de Chacsinkin para enviar un mensaje claro: no hay nada que celebrar. Las abejas están muriendo, y con ellas, desaparecen también los alimentos, la medicina tradicional, el equilibrio ecológico y la cultura viva de los pueblos originarios.
En un acto simbólico cargado de espiritualidad y resistencia, las y los Guardianes de las Abejas realizaron una ceremonia ancestral con velas en forma de caracol, honrando la sabiduría maya y subrayando el papel vital de estos polinizadores como guardianes del ecosistema.
Desde hace más de una década, los pueblos mayas han documentado muertes masivas de colmenas en localidades como Tizimín, Ich Ek, Suc Tuc, Dzonot Carreteto y Bacalar, causadas por fumigaciones, plaguicidas, monocultivos y megagranjas. En Bacalar, por ejemplo, una sola fumigación en 2023 acabó con cientos de colmenas. En Tizimín, en 2024, murieron más de 600, mientras que las autoridades apenas respondieron.
A pesar de los esfuerzos por denunciar y visibilizar esta emergencia ambiental, instituciones como SENASICA y Sanidad Vegetal son señaladas por llegar tarde y, en ocasiones, criminalizar a los apicultores en lugar de apoyarlos. Mientras tanto, agroquímicos como el fipronil —prohibido en varios países pero permitido en México— continúan afectando la salud del ambiente y de las comunidades.
En Hopelchén, Campeche, reconocido por su producción de miel orgánica, los residuos tóxicos han puesto en riesgo la exportación y la confianza en el producto. Estudios han detectado rastros de plaguicidas en alimentos como la salsa de chile habanero, en el agua, en el aire y hasta en los cuerpos de los niños.
El movimiento maya, que desde 2013 impulsa una defensa activa del territorio bajo el lema Ma OGM (No a los transgénicos), exige respuestas y acciones concretas. Entre sus demandas están:
Reconocimiento de la muerte de abejas como delito ambiental.
Prohibición de los plaguicidas más peligrosos, como el fipronil y los neonicotinoides.
Garantía de precios justos para la miel.
Respeto a la autoridad ejidal y al derecho colectivo sobre la tierra.
Reforma agraria con enfoque agroecológico.
Laboratorios regionales para analizar residuos tóxicos en abejas.
Exclusión de las abejas del componente ganadero en políticas agrícolas.
Transformación de los modelos educativos agronómicos para dejar de promover el uso de “venenos”.
“El problema no es técnico, es político y estructural”, señalaron los voceros del Colectivo Maya de los Chenes. La defensa de las abejas es también la defensa de la vida, del territorio y del futuro de los pueblos originarios.
“Las abejas nos están hablando. Nos están diciendo que algo anda mal. Hoy, no celebramos: hoy exigimos respeto a las abejas, a nuestros pueblos, y a la vida misma”, concluyeron.