Por Jesús Caamal
La reciente información dada a conocer por la Dirección de Seguridad Pública, Tránsito y Bomberos municipal debe hacernos reflexionar como sociedad: la violencia familiar encabeza la lista de reportes atendidos semanalmente, con más de 130 llamados que reciben las autoridades.
Este dato es preocupante no sólo por el volumen de trabajo que representa, sino por lo que significa en términos humanos. La violencia dentro del hogar, ese espacio que debería representar tranquilidad y protección, es una señal clara de que hay heridas sociales que debemos atender como comunidad.
Colonias como Plan de Ayutla y Javier Rojo Gómez son las que con mayor frecuencia requieren la intervención de las autoridades. Esto no debe verse como una estigmatización, sino como un llamado a fortalecer los lazos vecinales, el tejido social y los espacios de convivencia familiar.
Las estadísticas oficiales indican que la gran mayoría de los reportes son reales, lo que confirma la necesidad de seguir impulsando la cultura de la denuncia y el acompañamiento solidario. La violencia familiar no debe ser un tema tabú, ni quedarse encerrado entre cuatro paredes.
Como ciudadanos, también tenemos una responsabilidad: educar en el respeto, promover la comunicación, y fomentar relaciones basadas en la empatía. Es en los hogares donde se siembra el futuro de nuestra comunidad, y por ello es esencial trabajar desde la raíz.
Que este dato no se convierta en una cifra más. Que sirva como punto de partida para unir esfuerzos, escuchar con atención y construir, entre todos, un entorno donde cada familia pueda vivir en paz.