Por Jesús Caamal
Por años, los habitantes de la zona maya de Felipe Carrillo Puerto han vivido en una paradoja dolorosa: estar rodeados de selva, historia y riqueza natural, pero carecer de algo tan esencial como el agua potable en pleno 2025, comunidades enteras siguen sobreviviendo sin acceso digno al recurso más básico para la vida.
Los datos son contundentes, según el resumen más reciente de la base de usuarios elaborado por la Coordinación de Planeación, en 2022 la cobertura municipal apenas alcanzaba el 85.76%.
A simple vista, podría parecer un buen porcentaje, pero al escarbar un poco, se revela la brecha: en las zonas rurales, donde habita buena parte de la población maya, la cobertura era de sólo 90.04%, y en las zonas urbanas de 82.84%. Y esto, claro, sólo en el papel.
La realidad enlos hogares es otra, las quejas son constantes: tomas secas, presión mínima, cortes sin aviso. Muchos habitantes no reciben ni una gota durante días. Y lomás grave es que incluso quienes sí cuentan con contrato y pagan su servicio, ¡porque esto no es un regalo, sino un derecho cobrado! también sufren las mismas fallas.
El municipio factura anualmente más de 26 millones de pesos por concepto de agua, pero no garantiza que ese líquido llegue de manera confiable a todas las casas.
Esta situación no es nueva, pero ha empeorado ante la falta de empatía y compromiso de la gerencia municipal de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado (CAPA), actualmente dirigida por Abel Oxté Medina, oriundo de Lázaro Cárdenas. Los habitantes señalan una desconexión total con las necesidades reales del territorio.
La indignación crece porque no sólo se trata de mala administración, sino de una falta total de voluntad para garantizar un derecho humano básico.
El acceso al agua potable no es un lujo, es un derecho, un derecho que no puede depender de códigos postales. La Constitución lo dice claro, y los tratados internacionales también: toda persona debe tener acceso suficiente, salubre y asequible al agua.
Hoy, los pueblos mayas alzan la voz no sólo por el agua que no tienen, sino por la dignidad que se les niega. Porque no se puede hablar de justicia social ni de desarrollo mientras miles de familias aún tengan que acarrear agua en cubetas o esperar la llegada incierta de una pipa. Es hora de que CAPA asuman su responsabilidad.
No es falta de recursos, es falta de voluntad, nos leemos hasta la próxima…